La otorrinolaringología (ORL) es una amplia especialidad médico-quirúrgica que se encarga de la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de la nariz, faringe, laringe y oído.
Fue una de las últimas de las grandes especialidades clínico quirúrgicas que surgieron. El término se conoce desde 1888 y fue introducido por Botey de España.
Desde aún antes de la era hipocrática hay evidencias
del estudio de enfermedades otorrinolaringológicas, sin embargo hasta entrado
el siglo XIX no existieron médicos que se encargaran de estudiar esta parte de
la medicina de manera específica. Anterior a ésto la otología se encontraba en
manos de charlatanes que aparentaban curar a los enfermos. Los mismos
realizaban sus prácticas no reglamentadas en institutos y sanatorios.
Debido a lo complejo de los órganos de la especialidad se necesitó conocer plenamente la anatomía. Es por eso que no es sorprendente que los grandes avances durante los siglos XV a XVIII provengan de personas que con una mentalidad esencialmente anatomopatológica dilucidaron la anatomía. Fue el ulterior desarrollo de la fisiología, y del funcionamiento de la trompa de Eustaquio lo que permitió unir la otología a la faringorinología y a la laringología, y además desarrollarse como una especialidad clínico-quirúrgica.
Debido a lo complejo de los órganos de la especialidad se necesitó conocer plenamente la anatomía. Es por eso que no es sorprendente que los grandes avances durante los siglos XV a XVIII provengan de personas que con una mentalidad esencialmente anatomopatológica dilucidaron la anatomía. Fue el ulterior desarrollo de la fisiología, y del funcionamiento de la trompa de Eustaquio lo que permitió unir la otología a la faringorinología y a la laringología, y además desarrollarse como una especialidad clínico-quirúrgica.
Las transformaciones políticas y filosóficas hicieron
que algunos países como Francia e Inglaterra se distinguiera desde fines del
siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, y otros países como Alemania y
Austria florecieran en la segunda mitad del siglo XIX.
Existen evidencias remotas de la existencia de las
especialidades en medicina, como lo prueban los escritos de Heródoto.
Entre ellos se rescata un párrafo que dice: «La medicina es practicada entre ellos sobre un plan de separación, cada médico trata una única enfermedad y nada más,- algunos se dedican a curar enfermedades de los ojos, otros de la cabeza, otros de los dientes, otros de los intestinos y algunos de las enfermedades que no son locales».
Entre ellos se rescata un párrafo que dice: «La medicina es practicada entre ellos sobre un plan de separación, cada médico trata una única enfermedad y nada más,- algunos se dedican a curar enfermedades de los ojos, otros de la cabeza, otros de los dientes, otros de los intestinos y algunos de las enfermedades que no son locales».
La mención más antigua referida a alguna lesión de la
especialidad, se halla en un dibujo egipcio encontrado en un Sepulcro Real
correspondiente a la quinta dinastía (alrededor de 3500 años a.C.). Allí
aparece pintada la figura de un médico junto a la esposa del rey Sahura, con
una inscripción que le otorga su agradecimiento.
Este «le había salvado las narices, y le había hecho una vida larga y feliz» por lo que le hacía ese homenaje.
En los papiros de Ebers, y Edwin Smith, antiguos escritos de medicina se encuentran los primeros rudimentos de la otología, se menciona a la trompa y a algunos tratamientos primitivos de las sorderas.
También se habla de heridas de la nariz, enfermedades de la garganta, abscesos de la vecindad de las orejas e incluso que estos últimos debían ser abiertos por medio de cuchillos curvos. No se menciona si eran realizados por especialistas o no.
De la medicina Asirio-Babilónica se ha encontrado cartas del médico Arad-Nanai (681-669 a.C.), dirigidas al rey conteniendo consejos médicos para un caso de epistaxis del príncipe. En la medicina del antiguo Israel existen verdaderas descripciones acerca de laringe, la tráquea y el esófago. Existen textos que hacen referencia a enfermedades que atacan a la garganta de los niños y, en su descripción, hacen sospechar la presencia de difteria («Aseara»). Era una enfermedad muy temida, se la consideraba como la causa de muerte más horrible conocida en la época. Según Cuchi en los libros antiquísimos de China, como el Ten-Sho-Qui (3000 años a.C.) se menciona a la mastoiditis fistulosa.
Este «le había salvado las narices, y le había hecho una vida larga y feliz» por lo que le hacía ese homenaje.
En los papiros de Ebers, y Edwin Smith, antiguos escritos de medicina se encuentran los primeros rudimentos de la otología, se menciona a la trompa y a algunos tratamientos primitivos de las sorderas.
También se habla de heridas de la nariz, enfermedades de la garganta, abscesos de la vecindad de las orejas e incluso que estos últimos debían ser abiertos por medio de cuchillos curvos. No se menciona si eran realizados por especialistas o no.
De la medicina Asirio-Babilónica se ha encontrado cartas del médico Arad-Nanai (681-669 a.C.), dirigidas al rey conteniendo consejos médicos para un caso de epistaxis del príncipe. En la medicina del antiguo Israel existen verdaderas descripciones acerca de laringe, la tráquea y el esófago. Existen textos que hacen referencia a enfermedades que atacan a la garganta de los niños y, en su descripción, hacen sospechar la presencia de difteria («Aseara»). Era una enfermedad muy temida, se la consideraba como la causa de muerte más horrible conocida en la época. Según Cuchi en los libros antiquísimos de China, como el Ten-Sho-Qui (3000 años a.C.) se menciona a la mastoiditis fistulosa.
En la medicina India, en el Sushruta
(texto fundamental del siglo VI a.C.), existen verdaderos tratados de rinología: conocían 31 enfermedades de la nariz y 4 especies de pólipos nasales. Tuvo especial auge la rinoplastia porque en esa época era muy frecuente la amputación de la nariz. Era impuesta como castigo o como venganza (en especial por delitos morales como el adulterio). Para realizarla se tomaban colgajos de piel de la frente y para asegurarse una buena entrada de aire se introducían 2 tubos por las narices. Existían asimismo tratamientos para la reducción de las fracturas de la pirámide nasal. También se realizaban plásticas del pabellón auricular.
(texto fundamental del siglo VI a.C.), existen verdaderos tratados de rinología: conocían 31 enfermedades de la nariz y 4 especies de pólipos nasales. Tuvo especial auge la rinoplastia porque en esa época era muy frecuente la amputación de la nariz. Era impuesta como castigo o como venganza (en especial por delitos morales como el adulterio). Para realizarla se tomaban colgajos de piel de la frente y para asegurarse una buena entrada de aire se introducían 2 tubos por las narices. Existían asimismo tratamientos para la reducción de las fracturas de la pirámide nasal. También se realizaban plásticas del pabellón auricular.
Se destacaron especialmente los numerosos instrumentos
quirúrgicos que fueron ideados, entre ellos tenazas para la extracción de
cuerpos extraños de la nariz garganta y oídos y espéculos tubulares de nariz y
de oídos para examinar el órgano auditivo.
En el área quirúrgica se
conocía la uvulectomía y la amigdalectomía (tonsilectmía). Las mismas también
contaban con el instrumental especialmente diseñado.
En esta
época antigua, ya se las ingeniaban para producir la anestesia laríngea. Fueron
utilizados productos vegetales como la adormidera, el opio en aceite de rosas y
la amapola en gargarismos. También era utilizado el hielo, no obstante éste era
muy difícil de conseguir.
ANTIGUA MEDICINA GRIEGA
En la medicina Homérica se encuentran citadas heridas
de la nariz, garganta y partes vecinas. En la Odisea se encuentra por primera
vez la palabra laringe, término utilizado con otro significado que el actual ya
que englobaba a la laringe y a la faringe.
Los aportes de Alcmeón de Crotona, tal vez el verdadero
padre de la medicina, fueron principalmente acerca de la anatomía de las vías
aéreas. Además fue el primero en encontrar un conducto que comunicaba el oído
con la boca (aludiendo a la trompa de Eustaquio). Adjudicó las sensaciones
auditivas al cerebro.
Pitágoras aportó la relación entre la calidad de los acordes musicales (altura del sonido), el peso del martillo y el largo de las cuerdas musicales y estableció la doctrina de los números perfectos. Empédocles estudió la respiración, la cual la explicó de una manera físico-mecánica. Se sabe que conocía perfectamente la trompa y localizó la sensación auditiva en el laberinto. Es poco probable que Empédocles y Aristóteles hayan conocido la cóclea. Empédocles (siglo V a.C.), basado en sus teorías generales, comparó el órgano de la audición con una campanilla que no sólo recibía los sonidos, sino que los generaba.
Aristóteles influenciado por Empédocles y la teoría de los cuatro
elementos propuso que el sonido era “sensado” por una cavidad aérea resonante
en la cabeza, que la ubicó específicamente en el oído medio, detrás de la
membrana timpánica. Esta teoría luego dominaría por mucho tiempo.
Alcmeón de Crotona, tal vez el verdadero padre de la medicina |
Pitágoras aportó la relación entre la calidad de los acordes musicales (altura del sonido), el peso del martillo y el largo de las cuerdas musicales y estableció la doctrina de los números perfectos. Empédocles estudió la respiración, la cual la explicó de una manera físico-mecánica. Se sabe que conocía perfectamente la trompa y localizó la sensación auditiva en el laberinto. Es poco probable que Empédocles y Aristóteles hayan conocido la cóclea. Empédocles (siglo V a.C.), basado en sus teorías generales, comparó el órgano de la audición con una campanilla que no sólo recibía los sonidos, sino que los generaba.
Empedocles de Agrigento |
LA MEDICINA HIPOCRÁTICA
Es sorprendente lo que Hipócrates y sus colaboradores
pudieron aprender con la observación clínica. Se pueden citar muchos párrafos
auténticos solamente dentro de la otorrinolaringología que ilustran las
importantes relaciones establecidas en esa época.
En términos generales se puede decir que Hipócrates tenía importantes conocimientos, acerca de varias patologías de la otorrinolaringología. Algunos resultaron ser ciertos y otros resultaron ser falsos. En la Rinolaringología se encuentran referencias del catarro, la coriza, el flujo purulento y la sinusitis, las complicaciones encefálicas, los abscesos dentarios, los traumatismos y contusiones nasales, la epistaxis, los pólipos nasales, el cáncer de nariz, la laringitis, y las anginas con sus complicaciones locales e incluso a distancia como las renales y cardíacas. En la otología: funciones del oído, sorderas, relaciones entre oídos y amígdalas, zumbidos, otitis y sus complicaciones, y fístulas relacionadas con supuraciones auditivas. Un rasgo fundamental de la medicina hipocrática es la falta del conocimiento anatómico y fisiológico. Existen varios relatos acerca de la epistaxis; estableció que por debajo de los 35 años y en primavera era más frecuente: «... en la primavera, bajo condiciones atmosféricas favorables -calor y humedad- prevalece la sangre siendo más frecuente la epistaxis...». Dedujo que no se necesitaba ningún tratamiento en la mayoría de los casos y daba las directrices para cohibir la hemorragia si ésta era muy abundante. Estableció que «algunas mujeres tienen una epistaxis junto a su menstruación... », haciendo posible alusión a casos de endometriosis. Acerca de los elementos hemostáticos estableció: "... se aplica sobre la vena lana humedecida con leche de higo, o bien se introduce en las narices un tapón a presión que se coloca con el dedo en la nariz presionando de los dos lados de los cartílagos. Al mismo tiempo relajar el vientre con leche cocida de burra, rasurar la cabeza y suministrar refrigerantes si la estación es calurosa...”. Hipócrates pensó que la epistaxis representaba la evolución curativa de algunas enfermedades de la cabeza y el cuello, excepto en algunos pocos casos. Describió casos de pólipos nasales, ya conocidos en el Sushruta. Hipócrates describe una pinza con dos valvas, similar al espéculo nasal que hoy en día utilizamos. Estableció la clínica de las anginas y sus complicaciones. “Hay fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, se hincha la parte inferior de la mandíbula, el enfermo traga difícilmente saliva, escupe materias duras, la parte baja de la garganta es sitio de un estertor...”, y también su tratamiento, si éste era necesario: “inmediatamente poner ventosas a los lados de la primera vértebra del cuello, habiendo rasurado la cabeza cerca de las orejas, dejarlas el mayor tiempo posible. Luego hacerle tomar baños de vapor con vinagre, nuez origam y grano de mastuerzo...”. Desconociendo las glándulas mucíparas y su función recurrieron a varias teorías para explicar el origen de las secreciones respiratorias y digestivas. Atribuyeron a la lámina cribosa del etmoides la función de destilar los humores provenientes de la cavidad craneana, valiéndose de la teoría del cerebro glandular. La teoría del origen cerebral del catarro fue admitida por Galeno, a pesar de su mayor conocimiento anatómico. Se estableció que el tipo constitucional de salud más débil eran los que poseían la nariz húmeda, hoy entendidos como alérgicos. Los hipocráticos establecieron que el flujo purulento proveniente de las fosas nasales, asociado a dolor hemicraneano era producto de la sinusitis. Consideraron que esto era el principio de su curación y esbozaron tratamientos al respecto. Esto se relaciona al concepto que tenían de que la enfermedad: cuando atacaba la cabeza había que dejarla salir por los agujeros relacionados directamente con ella (nariz y oídos). Los tratamientos consistían en estimular el estornudo y ablandar las secreciones con agua caliente en la cabeza y la nariz. Los conocimientos otológicos eran bastante amplios aunque con un margen de error más importarte que el resto por su poco conocimiento anatómico y fisiológico ya referido. El texto original de su concepto de la fisiología de la audición es el siguiente: "Los conductos auditivos están pegados a un hueso duro y seco como la piedra, este hueso está excavado en una cavidad fistulosa. Los sonidos chocando contra este cuerpo duro y hueco resuenan por su misma dureza. Donde en el conducto auditivo está fijada al hueso una membrana tenue como una tela de araña. Los sonidos más fuertes son los que más oímos. ...”, y agrega "... algunos han pretendido que era el cerebro mismo el que resonaba, lo que es imposible, pues éste es húmedo y rodeado de una membrana espesa alrededor del cual están los huesos. Los cuerpos líquidos no resuenan...". Escribió historias clínicas referidas a otitis con clara semiología: dolor de oído, hipoacusia y síntomas generales. En los casos que acababan bien, éstos siguen con secreción del oído y mejoría sintomática y en los casos que no se resolvían en siete días pronosticaba la muerte. En la era romana se produjo una emigración de médicos helénicos hacia esta nueva República por lo que absorbió toda la medicina y ciencia de Hipócrates, juntándose con la superstición propia de los demás pueblos antiguos.
Existen muy pocas menciones de esta época de las enfermedades de la otorrinolaringología, entre ellas se mencionan los escasos pasajes de los textos de Asclepíades de Bitina, Arquígenes y C. Celso. Galeno dejó escritos de gran valor en todos los campos de la medicina, incluso en la ontología. Se dice que su padre le inclinó hacia los estudios de médico tras soñar con Asclepio, dios de la medicina, que le produjo el destino de su hijo. Galeno completaría sus estudios en Alejandría, Egipto, la Antigua capital de los Toldemos y principal centro cultual del Mediterráneo. Galeno aprendería aquí la importancia delos estudios anatómicos y fisiológicos para la medicina, v cadáveres y entraría en contacto con la obra de importantes anatomistas como Herófilo y Erasístrato.
En términos generales se puede decir que Hipócrates tenía importantes conocimientos, acerca de varias patologías de la otorrinolaringología. Algunos resultaron ser ciertos y otros resultaron ser falsos. En la Rinolaringología se encuentran referencias del catarro, la coriza, el flujo purulento y la sinusitis, las complicaciones encefálicas, los abscesos dentarios, los traumatismos y contusiones nasales, la epistaxis, los pólipos nasales, el cáncer de nariz, la laringitis, y las anginas con sus complicaciones locales e incluso a distancia como las renales y cardíacas. En la otología: funciones del oído, sorderas, relaciones entre oídos y amígdalas, zumbidos, otitis y sus complicaciones, y fístulas relacionadas con supuraciones auditivas. Un rasgo fundamental de la medicina hipocrática es la falta del conocimiento anatómico y fisiológico. Existen varios relatos acerca de la epistaxis; estableció que por debajo de los 35 años y en primavera era más frecuente: «... en la primavera, bajo condiciones atmosféricas favorables -calor y humedad- prevalece la sangre siendo más frecuente la epistaxis...». Dedujo que no se necesitaba ningún tratamiento en la mayoría de los casos y daba las directrices para cohibir la hemorragia si ésta era muy abundante. Estableció que «algunas mujeres tienen una epistaxis junto a su menstruación... », haciendo posible alusión a casos de endometriosis. Acerca de los elementos hemostáticos estableció: "... se aplica sobre la vena lana humedecida con leche de higo, o bien se introduce en las narices un tapón a presión que se coloca con el dedo en la nariz presionando de los dos lados de los cartílagos. Al mismo tiempo relajar el vientre con leche cocida de burra, rasurar la cabeza y suministrar refrigerantes si la estación es calurosa...”. Hipócrates pensó que la epistaxis representaba la evolución curativa de algunas enfermedades de la cabeza y el cuello, excepto en algunos pocos casos. Describió casos de pólipos nasales, ya conocidos en el Sushruta. Hipócrates describe una pinza con dos valvas, similar al espéculo nasal que hoy en día utilizamos. Estableció la clínica de las anginas y sus complicaciones. “Hay fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, se hincha la parte inferior de la mandíbula, el enfermo traga difícilmente saliva, escupe materias duras, la parte baja de la garganta es sitio de un estertor...”, y también su tratamiento, si éste era necesario: “inmediatamente poner ventosas a los lados de la primera vértebra del cuello, habiendo rasurado la cabeza cerca de las orejas, dejarlas el mayor tiempo posible. Luego hacerle tomar baños de vapor con vinagre, nuez origam y grano de mastuerzo...”. Desconociendo las glándulas mucíparas y su función recurrieron a varias teorías para explicar el origen de las secreciones respiratorias y digestivas. Atribuyeron a la lámina cribosa del etmoides la función de destilar los humores provenientes de la cavidad craneana, valiéndose de la teoría del cerebro glandular. La teoría del origen cerebral del catarro fue admitida por Galeno, a pesar de su mayor conocimiento anatómico. Se estableció que el tipo constitucional de salud más débil eran los que poseían la nariz húmeda, hoy entendidos como alérgicos. Los hipocráticos establecieron que el flujo purulento proveniente de las fosas nasales, asociado a dolor hemicraneano era producto de la sinusitis. Consideraron que esto era el principio de su curación y esbozaron tratamientos al respecto. Esto se relaciona al concepto que tenían de que la enfermedad: cuando atacaba la cabeza había que dejarla salir por los agujeros relacionados directamente con ella (nariz y oídos). Los tratamientos consistían en estimular el estornudo y ablandar las secreciones con agua caliente en la cabeza y la nariz. Los conocimientos otológicos eran bastante amplios aunque con un margen de error más importarte que el resto por su poco conocimiento anatómico y fisiológico ya referido. El texto original de su concepto de la fisiología de la audición es el siguiente: "Los conductos auditivos están pegados a un hueso duro y seco como la piedra, este hueso está excavado en una cavidad fistulosa. Los sonidos chocando contra este cuerpo duro y hueco resuenan por su misma dureza. Donde en el conducto auditivo está fijada al hueso una membrana tenue como una tela de araña. Los sonidos más fuertes son los que más oímos. ...”, y agrega "... algunos han pretendido que era el cerebro mismo el que resonaba, lo que es imposible, pues éste es húmedo y rodeado de una membrana espesa alrededor del cual están los huesos. Los cuerpos líquidos no resuenan...". Escribió historias clínicas referidas a otitis con clara semiología: dolor de oído, hipoacusia y síntomas generales. En los casos que acababan bien, éstos siguen con secreción del oído y mejoría sintomática y en los casos que no se resolvían en siete días pronosticaba la muerte. En la era romana se produjo una emigración de médicos helénicos hacia esta nueva República por lo que absorbió toda la medicina y ciencia de Hipócrates, juntándose con la superstición propia de los demás pueblos antiguos.
Existen muy pocas menciones de esta época de las enfermedades de la otorrinolaringología, entre ellas se mencionan los escasos pasajes de los textos de Asclepíades de Bitina, Arquígenes y C. Celso. Galeno dejó escritos de gran valor en todos los campos de la medicina, incluso en la ontología. Se dice que su padre le inclinó hacia los estudios de médico tras soñar con Asclepio, dios de la medicina, que le produjo el destino de su hijo. Galeno completaría sus estudios en Alejandría, Egipto, la Antigua capital de los Toldemos y principal centro cultual del Mediterráneo. Galeno aprendería aquí la importancia delos estudios anatómicos y fisiológicos para la medicina, v cadáveres y entraría en contacto con la obra de importantes anatomistas como Herófilo y Erasístrato.
Galeno, http://historiadelamedicina.org/Fundamentos/1_6.html |
EDAD MEDIA
Durante esta época se produce un decaimiento
científico, que se prolonga hasta el imperio Bizantínico, donde la medicina y
la otología continúan con los saberes hípocráticos y galénicos.
En esta
época fueron pocos los avances que se lograron en la especialidad. La medicina
siguió el mismo paso que el resto del conocimiento, influenciado
netamente por la iglesia.
Es interesante citar a San Blas, filósofo, médico,
obispo y mártir, que nació, vivió y murió en Armenia en el siglo IV. Fue muy
popular entre los católicos orientales desde el siglo VI y occidentales del
siglo XI. Durante la época de persecución a los cristianos San Blas se escondía
en cuevas, donde los fieles acudían a pedir ayuda. Luego fue capturado y ya en
el calabozo en una ocasión le fue llevada una niña de 11 años que se había clavado
una espina de pescado en la garganta. Este introdujo su mano y la sacó
milagrosamente, salvándole la vida. A partir de allí San Blas fue considerado
el Santo Patrón de los padecimientos de garganta. Se lo invocaba para la
difteria y posteriormente para el cáncer de laringe. Finalmente subsiste aún en
nuestros días dentro de la religión cristiana y en dichos populares tal como: "San
Blas Bendito, que se ahoga ese angelito", conocido en Andalucía y evocado
cuando a un niño se le atraganta algo en la garganta.
Es bueno saber de donde venimos....
Es bueno saber de donde venimos....
Y si queréis ampliar un poco más, aquí hay una muestra más de la historia de la medicina.
Feliz semana!!
Fuente:
- Historia de la otorrinolaringología: los primeros pasos en la
construcción de la otorrinolaringología. Luis D. Chinski
- Historia de la medicina
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