EL BLOG DEL OTORRINO

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miércoles, 23 de mayo de 2018

Caso clínico del mes. A Manolo se le ha hinchado el cuello.

Manolo es un chico de 45 años que hace unos días vino por urgencias porque el 'bulto' del cuello le había aumentado bastante.

Empezamos por la anamnesis. 
Nos comenta que ya hace unos 3-4 años que tiene un bultito en el cuello, en la parte izquierda pero que no le ha dado más importancia ya que no le ha dolido ni molestado (que manía en que el dolor sea el 'único' síntoma importante...!!). Tampoco refiere disfagia, disnea, disfonía ni otra sintomatología relevante. Pero acude hoy a urgencias porque ha aumentado mucho la masa tras un pinchazo que le hicieron hace 2 días en el hospital para estudio de este bulto. Ha presentado fiebre hasta 38º.
No hay antecedentes relevantes, salvo que es fumador de unos 3-4 cigarrillos al día y que le operaron de apendicitis en la infancia.

Ahora exploramos a Manolo. En el cuello presenta una gran masa, dolorosa a la palpación, de consistencia no indurada, depresible, elástica, que mide unos 5x4 cm. Dice que le cuesta abrir la boca por dolor. Ahora está afebril porque ha iniciado tratamiento antibiótico oral y antitérmico con mejoria subjetiva.

El cuello presenta este aspecto:




Bien.
Seguiremos ahora con el diagnóstico. ¿Qué os parece con los datos que tenemos? ¿Es necesario solicitar algún estudio complementario? ¿Qué hacemos con Manolo?
Y, ¿cómo lo tratamos?







Mientras pensamos, soñemos...

Sin perder su valor fundacional, la perspectiva freudiana sobre los sueños se ha quedado un poco obsoleta, siendo la primera edición de La interpretación de los sueños de 1899. Después de 118 años, la herramienta más eficaz para descifrar lo que ocurre en nuestro cerebro durante el sueño es la neurociencia.
¿Dónde se originan? ¿Por qué al despertar gran parte de ese mundo imaginario se desvanece? ¿Y qué es real de esa experiencia? Una investigación realizada entre científicos de Estados Unidos, Suiza e Italia y publicada en Nature Neuroscience, arroja algo de luz acerca de los dilemas más comunes y sin resolver del descanso nocturno.
En sus experimentos, los investigadores pudieron localizar las áreas involucradas en el proceso onírico con tal precisión que podían ‘adivinar’ el momento exacto en que los voluntarios estaban soñando. Lo lograron observando la distribución de los diferentes tipos de ondas cerebrales, generadas en las diversas fases del sueño.





La ‘fábrica de los sueños’ estaría justo encima de la nuca, en un punto bastante superficial. Los investigadores la han llamado hot zone o zona caliente cortical posterior. “Es un área que se vuelve muy activa cuando comenzamos a soñar”, explica Francesca Siclari, neuróloga del Hospital de la Universidad de Lausana, entre las coordinadoras de la investigación.
Durante el experimento, 32 voluntarios se prestaron a dormir en el laboratorio, con electrodos colocados en la cabeza, y a ser despertados varias veces durante la noche, cuando las pantallas revelaban secuencias interesantes. Finalmente, tenían que contar si y qué estaban soñando en ese momento. En total, se provocaron más de mil despertares y la actividad onírica resulto coincidir con una reducción de las ondas de baja frecuencia, típicas del sueño, en la hot zone.
La correlación entre los sueños y la disminución de estas ondas es tan fuerte que al observar los rastros de las electroencefalografías, los investigadores lograron adivinar si esa persona estaba soñando en el 91% de los casos. De esta forma también pudieron averiguar cuanto se sueña realmente: de las pruebas hechas resultó que esta actividad ocupa el 95% de toda la fase REM y el 71% de la no-REM. Horas y horas de “grabado”, de las cuales solo recordamos unos pocos minutos.
Pero, ¿por qué olvidamos los sueños tan fácilmente? “La región del cerebro que hace posible recordar un sueño es diferente de la que permite hacerlo”, aclara la doctora Siclari. En una prueba con diez sujetos, se observó que la capacidad de recordar un sueño estaba relacionada con una mayor actividad durante el sueño en la corteza prefrontal, la área asociada con la memoria.
Matthew Walker, neurocientífico de la Escuela de Medicina de Harvard y autor del libro Why We Sleep, considera que los diferentes estados del sueño sirven para consolidar tres diversos tipos de memorias: las espaciales (que se forman moviéndose en un laberinto o en una ciudad virtual) y las declarativas (que fijan el conocimiento transmisible con palabras) se consolidan durante el sueño de ondas lentas. Mientras que las memorias con un fuerte componente emocional se desarrollan y establecen durante la fase Rem, la más activa.
Lo cierto es que no todo se pierde y la historia está llena de problemas solucionados al amanecer. Después de un sueño, el Dr. Otto Loewi se despertó durante la noche y garabateó algunas reflexiones en un papel. A la mañana siguiente se dio cuenta de que había escrito los conceptos básicos de la teoría que cambiaría la historia de la medicina, la neurotransmisión química, que posteriormente demostró y por la que ganó el Nobel de Fisiología en 1936.
Más recientemente, Larry Page, cofundador de Google, dijo que la idea de un motor de búsqueda con las características de Google se le apareció en un sueño ‘vivido’, mientras que Paul McCartney despertó con la melodía de Yesterday en la cabeza.
Tanto en la fase REM, como en la no-REM aumentan las ondas cerebrales de alta frecuencia en áreas normalmente activas durante el estado despierto”
Otro punto importante de la investigación de Siclari atiene a la forma en que el cerebro se comporta durante el sueño. Tanto en la fase REM, como en la no-REM, se ha visto un aumento en las ondas cerebrales de alta frecuencia en áreas normalmente activas durante el estado despierto, como si la persona experimentase realmente lo que aparece en sus sueños. “Es la prueba”, asegura la neuróloga, “que el sueño es, para el cerebro, una experiencia real y no solo algo que inventamos al despertar”.
Según los investigadores, el hecho de que la experiencia onírica tenga una base neurológica observable refuerza la teoría de que los sueños también se pueden definir como experiencias en las que la conciencia está activa. Y si la actividad de la hot zone es un espía de la capacidad del cerebro para vivir experiencias a pesar del sueño y la inmovilidad, el descubrimiento también podría tener aplicaciones médicas. “Nuestra investigación -dice Siclari- puede ofrecer nuevos marcadores para evaluar el estado de conciencia en casos de coma o durante la anestesia”.
"El sueño es, para el cerebro, una experiencia real y no solo algo que inventamos al despertar”

FRANCESCA SICLARI
Neuróloga del Hospital de la Universidad de Lausana

Fuente: La Vanguardia






Quitando las interpretaciones arbitrarias de aquellos que dicen que si sueñas con un muerto que habla debes jugarle al 48, muchas personas se han dedicado a interpretar los sueños, entre los más conocidos encontramos a Freud y a Jung. ¿Qué significan los sueños?
Sigmund Freud: los sueños son los deseos del inconsciente. En su libro La interpretación de los sueños, Freud dice que el contenido de nuestros sueños está relacionado con nuestros deseos. Por lo tanto, al analizar los sueños podemos entender qué es lo que realmente quiere el inconsciente del paciente. Freud describe cuatro procesos del “trabajo de sueño”:
- Condensación: Diferentes ideas y conceptos pasan en un mismo sueño, pero la información se condensa en un solo acontecimiento o imagen.
- Desplazamiento: El contenido emocional del sueño se oculta tras la confusión de partes importantes e insignificantes del sueño.
- Simbolización: Censura las ideas reprimidas en los sueños mediante la creación de simbolismos de las mismas.
- Revisión: Durante esta etapa, la persona reordena el contenido del sueño para hacerlo entendible a su consciente.
Carl Jung: sueños compensatorios. Jung tiene ideas similares a Freud, pero cree que los sueños son algo más que la represión de deseos del inconsciente. Él cree que los sueños revelan el inconsciente personal y colectivo y sirven para compensar las partes de la psique que no están suficientemente desarrolladas durante la vigilia. También considera que algunos arquetipos están representados por objetos simbólicos que a su vez, representan actitudes que están reprimidas por la consciencia. A diferencia de Freud, considera que los sueños son muy personales y que no se puede seguir un patrón.
Calvin Hall: el sueño es conocimiento. Hall se centró en analizar el contenido de los sueños que él consideraba como procesos cognitivos que permitían entrar en partes del cerebro inaccesibles en otros momentos. Según Hall, los sueños son la mejor forma de conocer los pensamientos de una persona y entender su comportamiento, ya que revelan cosas sobre uno mismo. Lo importante no es interpretar el sueño, sino entender al soñador. Él categoriza los sueños en cinco áreas principales de la vida:
- El concepto de uno mismo, según los roles que tienes en tus sueños.
- El concepto de otras personas, según los roles que otros tienen en tus sueños, tus sentimientos hacia ellos y cómo interactúas.
- El concepto de los impulsos, las prohibiciones y las sanciones, indicado en cómo actúas en el sueño, los impulsos y los castigos que esto acarrea.

- El concepto de los conflictos y problemas es una imagen de los problemas en la vida real, y tienden a ofrecer una solución a los mismos.
Otros autores:
William Domhoff cree que los sueños revelan los pensamientos y otros hechos de la persona en su vida real y consciente. Apela a un modelo neurocognitivo de los sueños, en el que el proceso de soñar es parte de un proceso cognitivo.
A partir de 1970, la interpretación de los sueños se ha hecho más popular. Autores como Ann Faraday, que tienen libros en los que ayudan a las personas a interpretar los sueños, han hecho que la gente se interese cada vez más por el tema.
Una década después, Wallace Clift y Jean Dalby Clift investigaron la relación entre las imágenes producidas en los sueños y la vida de los soñadores mientras estaban despiertos, identificando patrones del sueño y formas de analizarlos para entender los cambios en la vida.
(Fuente: vix.com)





Soñar no cuesta nada....
Feliz semana a tod@s !!




martes, 8 de mayo de 2018

Hitos en la medicina

Hitos en la Historia de la Medicina


La historia de la medicina está llena de curiosidades y anécdotas. Las grandes aportaciones que en el pasado nuestros maestros nos han aportado nos hace entender la medicina actual y nuestra proyección hacia el futuro. 
Conocer la historia nos permite saber de donde venimos, el porqué de muchos de los tratamientos y estrategias médicas que usamos y poder tener una idea del futuro al que vamos.
Así que hagamos un poco de historia. Más allá de saber quién fue Galeno, qué personajes han ganado el Premio Nobel de medicina o qué es una trepanación, es interesante conocer algunos hechos históricos, ya sea porque han sido claves para el desarrollo de la medicina o bien por el simbolismo que entrañan para nuestra profesión. 
He aquí algunos momentos destacados de la historia de la medicina:

1. Los médicos tienen que comportarse: el Código Hammurabi
Siempre se ha pensado que los médicos deben tener un comportamiento ejemplar, porque manejamos lo más importante: la salud. Desde que existe la escritura se conocen códigos y normas referentes a nuestra profesión, y ya en las primeras leyes escritas conocidas, el Código de Hammurabi, se hace referencia a los médicos. En el texto escrito por el rey babilónico Hammurabi en el 1750 a.C. (13 siglos antes del Juramento Hipocrático), se especifica con detalle cómo debe comportarse el médico. Es uno de los conjuntos de leyes más antiguos que se han encontrado y uno de los ejemplares mejor conservados de este tipo de documentos creados en la antigua Mesopotamia y uno de los más tempranos ejemplos del principio de presunción de inocencia, pues sugiere que el acusado o el acusador tienen la oportunidad de aportar pruebas.​ Fue escrito en 1750 a. C. por el rey de Babilonia Hammurabi,​ donde unifica los códigos existentes en las ciudades del imperio babilónico. Actualmente está conservado en el Museo del Louvre de París. Basado en la ley del Talión (la palabra latina talis significaba idéntico y de ella deriva “tal”: ante una falta, idéntico castigo; la ley del Talión puede resumirse en el famoso verso encontrado en el libro de Levítico " ojo por ojo, diente por diente"; esto quiere decir que todo crimen cometido tendría un castigo proporcional al cometido; aunque se considera en el siglo XXI como una ley primitiva o exagerada, lo cierto es que esta ley puede considerarse un avance dentro de su contexto histórico; antes de ella, la víctima podía realizar su venganza personalmente y de la manera que bien entendiera; con la ley de Talión, la pena debería ser adecuada al crimen y ejecutada por una institución específica.), el Código de Hammurabi habla de honorarios, del aborto, de la estructura de la profesión, de la lactancia mercenaria (los pudientes contrataban amas de cría para amamantar a sus hijos) y establece sanciones ante negligencias. Veamos un ejemplo: "Si un médico ha tratado a un noble de una herida grave con el punzón de bronce y le ha causado la muerte, o si ha abierto la nube de un ojo de un noble con el punzón de bronce y le ha reventado el ojo, se le cortarán las manos. El médico que opere con el cuchillo de bronce al esclavo de un hombre libre y le provoque la muerte, restituirá esclavo por esclavo. Si le abre un tumor del ojo con el punzón de bronce y destruye el ojo, pagará en plata la mitad del precio del esclavo". Más nos vale ser buenos médicos. 


Código Hammurabi. Fuente: wikipedia

Código Hammurabi. Fuente: wikipedia






El rey ordenó que se pusieran muchas copias de este Código en las plazas de cada ciudad para que todo el pueblo conociera la ley y sus castigos, para lo cual el cuerpo de la ley se expresa en lenguaje claro, del pueblo. Comienza con la partícula si (o proposición condicional), describe la conducta delictiva y luego indica el castigo correspondiente. Una de sus leyes establece la ley del Talión ("ojo por ojo, diente por diente"). Está redactado en primera persona y relata cómo los dioses eligen a Hammurabi para que ilumine al país para asegurar el bienestar de la gente. Proclama a Yanilda como diosa suprema, subordinando al panteón sumerio/acadio anterior. Está grabado en una estela de diorita de 2,25 metros de altura por 50 cm en su zona más ancha. En la zona superior está representado Hammurabi en bajorrelieve, de pie, delante del dios del Sol de Mesopotamia, Shamash, el principal de la ciudad sumeria de Larsa. Debajo aparecen, inscritos en caracteres cuneiformes acadios, las leyes que regían la vida cotidiana. En el código no se distingue entre derecho civil y penal, es decir, se dan leyes que regulan los asuntos de la vida cotidiana y leyes que castigan los delitos. Se regulan el comercio, el trabajo asalariado, los préstamos, los alquileres, las herencias, los divorcios, la propiedad, las penas por delitos de robo, asesinato, etc.
El texto del código también nos sirve para saber cuales eran los delitos más frecuentes en la época, pues un delito previsto será un hecho que acontece con relativa frecuencia. En las penas aplicadas a cada delito se distingue si hay intencionalidad o no, y cual es la "categoría de la víctima y la del agresor". Así la pena es mayor si se ha hecho adrede y menor si ha sido un accidente; mayor si la víctima es un hombre libre menor si es un esclavo.
La mayoría de las penas que aparecen en el código son pecuniarias (multas), aunque también existe pena de mutilación e incluso pena de muerte. En algunos casos la ley opta por aplicar talión, es decir, hacer al agresor lo mismo que él hizo a su víctima siempre que ambos sean de la misma "categoría".
Aquí puedes ver todas sus leyes. Es en el apartado XIII donde entramos nosotros:  Médicos y veterinarios, arquitectos y barqueros (salarios, honorarios y responsabilidad). Párrafos 215 a 240. Y aquí tienes los directamente relacionados con nosotros:
Ley 215: Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce y curó al hombre, o si le operó una catarata en el ojo y lo curó, recibirá diez siclos de plata.
Ley 216: Si es el hijo de un muskenun, recibirá cinco siclos de plata.
Ley 217: Si es el esclavo de un hombre libre, el amo del esclavo dará al médico 2 siclos de plata.
Ley 218: Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce y lo ha hecho morir, o bien si lo operó de una catarata en el ojo y destruyó el ojo de este hombre, se cortarán sus manos.
Ley 219: Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce e hizo morir al esclavo de un muskenun, dará otro esclavo equivalente.
Ley 220: Si operó una catarata con el bisturí de bronce y ha destruido su ojo, pagará en plata la mitad de su precio.
Ley 221: Si un médico curó un miembro quebrado de un hombre libre, y ha hecho revivir una víscera enferma, el paciente dará al médico cinco siclos de plata.
Ley 222: Si es el hijo de un muskenun, dará tres siclos de plata.
Ley 223: Si es el esclavo de un hombre libre, el amo dará al médico dos siclos de plata.
Ley 224: Si el veterinario de un buey o de un asno ha tratado de una herida grave a un buey o a un asno y lo ha curado, el dueño del buey o del asno, dará al médico por honorarios un sexto de plata (de su precio o de siclo?).
Ley 225: Si ha tratado un buey o un asno y lo ha hecho morir, dará al dueño del buey o del asno un quinto de su precio.
Ley 226: Si un cirujano, sin autorización del dueño de un esclavo, ha sacado la marca de esclavo inalienable, se le cortarán las manos, (según Scheil es peluquero, no cirujano.)
Ley 227: Si un hombre engañó a un cirujano y si él (el cirujano) ha sacado la marca del esclavo inalienable, este hombre será muerto en su puerta y se lo enterrará. El cirujano, que no ha actuado a sabiendas, jurará y será libre


2. La medicina se desarrolla en tiempos de bienestar: Hipócrates y el “Siglo de Pericles
Si una sociedad vive embargada por la agitación, los continuos enfrentamientos o con carencia de los bienes básicos (alimento, cobijo, etcétera), es difícil pensar en mejoras sociales. El tiempo y los recursos se dedican al apaciguamiento y a cubrir las necesidades básicas. Los avances médicos, tanto en investigación como a nivel asistencial, se han producido siempre en las sociedades más avanzadas, aquellas que han podido, además de buscar alimento, mejorar la administración, las infraestructuras y también la medicina. El primer ejemplo lo encontramos en Hipócrates (más bien habría que decir en la escuela hipocrática) y la Grecia clásica. El médico nativo de la isla de Cos vivió entre los años 460-377 a.C., en el llamado Siglo de Pericles (siglo V a.C.), que simboliza el esplendor griego. El padre de la medicina convivió con el arquitecto y político Pericles, pero también con los filósofos Anaxágoras, Demócrito y Sócrates, con los poetas Eurípides y Sófocles, o con el historiador Herodoto. En tiempo de bonanza, los hombres no se dedican solo a sobrevivir, sino que también prestan atención a la ciencia y a la medicina. Así ocurrió en la Francia del Siglo de las Luces, durante el Imperio británico (siglo XIX) y en la Norteamérica del siglo XX. Si queremos una buena medicina, mejoremos nuestra sociedad.
Pericles (c. 495 a. C.- 429 a. C.) (en griego Περικλῆς, ‘rodeado de gloria’) fue un importante e influyente político y orador ateniense en los momentos de la edad de oro de la ciudad (en concreto, entre las Guerras Médicas y las del Peloponeso). Fue hijo de Jantipo, artífice de la victoria helena sobre los persas en la batalla de Micala (479 a. C.), y de Agaristé, sobrina del prestigioso legislador ateniense Clístenes y miembro de la familia aristocrática de los alcmeónidas. Fue el principal estratega de Grecia. Gran dirigente, hombre honrado y virtuoso. Llamado el Olímpico, por su imponente voz y por sus excepcionales dotes de orador. 

Pericles

Pericles tuvo tanta influencia en la sociedad ateniense que Tucídides, un historiador coetáneo, lo denominó como «el primer ciudadano de Atenas». Pericles convirtió a la Confederación de Delos en el Imperio ateniense, y dirigió a sus compatriotas durante los primeros dos años de la Guerra del Peloponeso. El periodo en el que Pericles gobernó Atenas a veces es conocido como el Siglo de Pericles, aunque ese período a veces puede abarcar fechas tan recientes como las Guerras Médicas o tan tardías como el siglo siguiente. Pericles promocionó las artes y la literatura. Por esta razón Atenas tiene la reputación de haber sido el centro educacional y cultural de la Antigua Grecia. Comenzó un ambicioso proyecto que llevó a la construcción de la mayoría de las estructuras supervivientes en la Acrópolis de Atenas, incluyendo el Partenón, así como de otros monumentos como los Propileos. Su programa embelleció la ciudad y sirvió para exhibir su gloria, a la vez que dio empleo a muchos ciudadanos.1​ Además, Pericles defendió hasta tal punto la democracia griega que algunos de sus críticos le consideran populista.​ Asimismo, Pericles otorgó gran importancia a los dioses, fundamentalmente a Atenea, pero sin olvidar a su pueblo. Por ello, dedicó un templo a dicha diosa, además de estar presente en numerosas monedas e, incluso, un frontón​. Fue además rival de Cimón en 459 a. C. y jefe del partido democrático. Después de la muerte de Cimón, condenó a Tucídides (no el historiador sino un político, hijo de Melesias) al ostracismo. Fundó en sólidas bases la potencia naval y colonial de Atenas, sometió la isla de Eubea en 446 a. C., la de Samos en 440 a. C. e hizo tomar parte a Atenas en la Guerra del Peloponeso. Discípulo de Anaxágoras de Clazómenes y de Zenón de Elea, fue amigo de Fidias y atrajo a Atenas al arquitecto Hipodamo de Mileto, al filósofo Protágoras, y al historiador Heródoto. En su época brillaron Sófocles y Eurípides —máximas figuras del teatro griego— y destacó el círculo de Aspasia.
Hipócrates de Cos —en griego: Ἱπποκράτης— (Cos, c. 460 a. C.-Tesalia c. 370 a. C.) fue un médico de la Antigua Grecia que ejerció durante el llamado siglo de Pericles. Está clasificado como una de las figuras más destacadas de la historia de la medicina, y muchos autores se refieren a él como el «padre de la medicina»,​ en reconocimiento a sus importantes y duraderas contribuciones a esta ciencia como fundador de la escuela que lleva su nombre. Esta escuela intelectual revolucionó la medicina de su época, estableciéndola como una disciplina separada de otros campos con los cuales se la había asociado tradicionalmente (principalmente la teúrgia y la filosofía) y convirtiendo el ejercicio de la misma en una auténtica profesión. Sin embargo, suelen entremezclarse los descubrimientos médicos de los escritores del Corpus hippocraticum, los practicantes de la medicina hipocrática y las acciones del mismo Hipócrates, por lo que se sabe muy poco sobre lo que el propio Hipócrates pensó, escribió e hizo realmente. A pesar de esta indefinición, Hipócrates es presentado a menudo como paradigma del médico antiguo. 
 En concreto, se le atribuye un gran progreso en el estudio sistemático de
Hipócrates
la medicina clínica, reuniendo el conocimiento médico de escuelas anteriores y prescribiendo prácticas médicas de gran importancia histórica, como el juramento hipocrático y otras obras. 
No hay que confundirlo con Hipócrates de Quíos, matemático griego del siglo V a. C.​ que nació en la isla de Quíos, no muy lejos de la de Cos, cuyo hito más importante fue la cuadratura de la lúnula. Sorano afirma que el padre de Hipócrates se llamaba Heráclides y era médico. Su madre, por su parte, se llamaba Praxítela, hija de Tizane. Hipócrates tuvo dos hijos, Tésalo y Draco, y al menos una hija, puesto que tanto sus hijos varones como su yerno, Polibo, fueron alumnos suyos. Según Galeno, un médico romano, Polibo fue el auténtico sucesor de Hipócrates, mientras que Tésalo y Draco tuvieron cada uno un hijo a los que llamaron Hipócrates. El mismo biógrafo relata que Hipócrates aprendió medicina de su padre y su abuelo, además de estudiar filosofía y otras materias con Demócrito y Gorgias.11​ Probablemente continuara su formación en el Asclepeion de Cos y fuera discípulo del médico tracio Heródico de Selimbria. La única mención contemporánea que se conserva de Hipócrates proviene del diálogo de Platón Protágoras, en el que el filósofo lo describe como «Hipócrates de Cos, el de los Asclepíadas». Hipócrates enseñó y practicó la medicina durante toda su vida, viajando al menos a Tesalia, Tracia y el mar de Mármara​ Probablemente muriera en Larisa a la edad de 83 o 90 años, aunque según algunas fuentes superó largamente los 100 años. Se conservan diferentes relatos sobre su muerte.


3. Para ser médico hay que tener capacidad crítica: Paracelso.
Aureolus Theophrastus Bombastus von Hockenheim se autollamó Paracelso porque se creía superior a los médicos clásicos, concretamente al ilustre médico romano, Celso, del siglo 1 (Paracelso significa que es similar o superior a Celso). El polémico médico, astrólogo y tantas cosas más, comenzaba sus clases quemando en un brasero de azufre textos de los clásicos de la medicina, como Avicena y Galeno. Con independencia de sus enormes aportaciones (incorporó la química a la medicina) y de sus carencias (gran parte de sus teorías eran meras supersticiones), a Paracelso hay que reconocerle una enorme capacidad crítica. En medicina no hay que dar nada por supuesto, y es necesario cuestionar siempre los conocimientos adquiridos, tal y como hacía el alquimista suizo en pleno Renacimiento.
Paracelso
Paracelso fue un alquimista, médico y astrólogo suizo.​ Fue conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquímicos y por haberle dado al cinc su nombre, llamándolo zincum. Se trata de una de las figuras más contradictorias e interesantes de la historia de la medicina. Su incesante búsqueda de lo nuevo y su oposición a la tradición y los remedios heredados de tiempos antiguos le postulan como un médico moderno, adelantado a sus contemporáneos. En cambio, en su concepción del misticismo y la astrología se podría decir que mantuvo una postura inmovilista sobre los conceptos más arcaicos. Cursó estudios en la Universidad de Basilea. A final de este periodo formativo y de un periplo por las minas del Tirol, viendo  la abundante patologia de los mineros, Teofrasto había acumulado una cantidad enorme de información, mucha de ella en forma de remedios y curas basados en la experiencia y consideradas no canónicas por los médicos de la época. Tras afirmar, aunque no existen pruebas de su autenticidad, que había obtenido el título de doctor por la Universidad de Ferrara (¿1516?), consigue el puesto de médico de la ciudad de Basilea, puesto que tendría que abandonar a la carrera dos años después debido a que sus modales prepotentes y ofensivos habían conseguido enfurecer a empleadores y pacientes. Tras esto se convierte en un viajero incansable en una Europa rota por las guerras, relacionándose con médicos, alquimistas, astrólogos, farmacéuticos, mineros, gitanos y con los aficionados a lo oculto. Sus contemporáneos llegaron a decir de él que vivía como un cerdo, parecía un boyero, encontraba su mayor disfrute en compañía de la chusma más baja y disoluta, y a lo largo de su gloriosa vida estuvo, en general, borracho”. Sin embargo para sus alumnos fue “el monarca noble y amado”, “el Hermes alemán” y “nuestro querido preceptor y rey de las artes”. ¿Qué hizo esta figura contradictoria por la química? ¿Qué enseñó? La alquimia siempre había tenido la transmutación como objetivo y, para los alquimistas europeos, eso era equivalente a decir la transformación de un metal común en oro. Solo algunos alquimistas como Joan de Peratallada habían adoptado el objetivo oriental de transmutar la carne enferma en carne sana empleando un elixir alquímico. Paracelso extiende la definición de alquimia a cualquier proceso en el que sustancias naturales se convierten en algo nuevo: “Ya que el panadero es un alquimista cuando cuece el pan, el viñero cuando hace vino, el tejedor cuando hace tela”. Paracelso llega a afirmar que dentro del cuerpo hay un alquimista responsable de la digestión. El uso más importante que podía hacerse de la alquimia, según Paracelso, será preparar medicinas que restablezcan el equilibrio químico de un cuerpo alterado por la enfermedad.

4. El que sólo sabe medicina, ni medicina sabe: El-Hakim árabe. 
Los pacientes esperan del médico comprensión, no solo de su enfermedad, sino también de sus problemas, de su contexto social; buscan una conversación amena y muchas cosas más. Desearían que el médico no solo fuera médico, sino también un consejero, casi un sabio. Esto era El-Hakim, el modelo de médico-filósofo árabe en la Edad Media. El-Hakim buscaba el conocimiento, la sabiduría, y para ello estudiaba filosofía, astronomía, matemáticas, música y religión. Avicena, “el príncipe de los médicos”, fue el prototipo de médico-filósofo. Su enorme sabiduría le permitía conocer bien al enfermo, más allá de la patología.
En la persona de El-Hakim, se
Avicena
fundían tres saberes:

- Intelectual: igualmente sabio en la teoría y en la praxis.
- Ética médica: sólo un hombre de buenas costumbres puede ser buen médico.
- Ética pedagógica: la amistad con el sabio tiene más alta calidad y merece mayor aprecio que la propia amistad de los padres.
Avicena, médico y filósofo persa, es considerado, junto a Averroes, la figura más destacada de la filosofía árabe medieval. Los trabajos de Ibn Sina (Avicena es una latinización de su nombre) abarcaron todos los campos del saber científico y artístico de su tiempo, e influyeron en el pensamiento escolástico de la Europa medieval, especialmente en los franciscanos. Educado por su padre en Bujara (pasó toda su vida en las regiones del centro y el este de Irán), a los diez años ya había memorizado el Corán y numerosos poemas árabes. Estudió medicina durante su adolescencia, hasta recibir, con sólo dieciocho años, la protección del príncipe Nuh ibn Mansur, lo cual le permitó entrar en contacto con la biblioteca de la corte samánida. Ejerció la medicina en diversas ciudades de la región de Jorasan, hasta recalar en la corte de los príncipes Buyid, en Qazvin. En estos lugares no encontró el soporte social y económico necesario para desarrollar su trabajo, por lo que se trasladó a Hamadan, ciudad gobernada por otro príncipe Buyid, Shams ad-Dawlah, bajo cuya protección llegó a ocupar el cargo de visir, lo que le valió no pocas enemistades que le obligaron a abandonar la ciudad tras la muerte del príncipe. Fue en esta época cuando escribió sus dos obras más conocidas. El Kitab ash-shifa' (Libro de la curación) es una extensa obra que versa sobre lógica, ciencias naturales (incluso psicología), el quadrivium (geometría, astronomía, aritmética y música) y sobre metafísica, en la que se refleja la profunda influencia de Aristóteles y, en ciertos aspectos y a través del neoplatonismo, de Platón. El Al-Qanun fi at-tibb (Canon de medicina), el libro de medicina más conocido de su tiempo, es una compilación sistematizada de los conocimientos sobre fisiología adquiridos por médicos de Grecia y Roma (fundamentalmente, los de Hipócrates y Galeno), a los que se añadieron los aportados por antiguos eruditos árabes y, en menor medida, por sus propias innovaciones. Por último se trasladó a la corte del príncipe 'Ala ad-Dawlah, bajo cuya tutela trabajó el resto de sus días.


5. No hay mal que por bien no venga…: la medicina en tiempos de guerra
Durante las guerras se han producido grandes avances médicos, especialmente en el campo de la cirugía. En el siglo XVI Ambroise Paré participó en la Guerra de Piamonte y en la batalla del Pas de Suze, realizando aportaciones clave al tratamiento de las amputaciones y de las heridas por armas de fuego. Pero no solo ha avanzado la cirugía gracias a las guerras: el maravilloso invento de Alexander Fleming, la penicilina, no se extendió hasta que demostró su eficacia durante la Segunda Guerra Mundial; y las ambulancias, por ejemplo, fueron creadas en el siglo XVIII por Dominique-Jean Larrey durante la guerra franco-prusiana (hasta entonces eran sencillas carretas sin techo). La simbiosis medicina-guerra ha traído importantes avances, pero debe ponernos alerta para evitar, por ejemplo, el uso de armas biológicas (empleadas desde la antigüedad) o que se aprovechen los conflictos bélicos para investigar con poblaciones vulnerables. Si conseguimos que la medicina avance sin guerras, mucho mejor.
Entre los grandes avances que registraron las ciencias médicas y biológicas en el siglo XIX cabe destacar el establecimiento del origen microbiano de las enfermedades infecciosas, que debemos a investigadores de la talla de Louis Pasteur y Robert Koch. Sin embargo, a pesar de los ingentes esfuerzos orientados al desarrollo de vacunas, muchas enfermedades infecciosas siguieron siendo mortales, ya que se carecía de medios para combatirlas una vez contraídas. En este contexto se comprende la trascendencia del hallazgo de una sustancia, la penicilina, que era capaz de destruir los gérmenes patógenos sin dañar al organismo. 
El
Alexander Fleming
descubrimiento de Alexander Fleming, en efecto, no solamente había de salvar millones de vidas, sino que también revolucionaría los métodos terapéuticos, dando inicio a la era de los antibióticos y de la medicina moderna. Alexander Fleming nació el 6 de agosto de 1881 en Lochfield, Gran Bretaña, en el seno de una familia campesina afincada en la vega escocesa. Fue el tercero de los cuatro hijos habidos en segundas nupcias por Hugh Fleming, el cual falleció cuando Alexander tenía siete años, dejando a su viuda al cuidado de la hacienda familiar con la ayuda del mayor de sus hijastros. Fleming recibió, hasta 1894, una educación bastante rudimentaria, obtenida con dificultad, de la que sin embargo parece haber extraído el gusto por la observación detallada y el talante sencillo que luego habrían de caracterizarle. La carrera profesional de Fleming estuvo dedicada a la investigación de las defensas del cuerpo humano contra las infecciones bacterianas. Su nombre está asociado a dos descubrimientos importantes: la lisozima y la penicilina. El segundo es, con mucho, el más famoso y también el más importante desde un punto de vista práctico: ambos están, con todo, relacionados entre sí, ya que el primero de ellos tuvo la virtud de centrar su atención en las substancias antibacterianas que pudieran tener alguna aplicación terapéutica. El descubrimiento de la penicilina, una de las más importantes adquisiciones de la terapéutica moderna, tuvo su origen en una observación fortuita. En septiembre de 1928, Fleming, durante un estudio sobre las mutaciones de determinadas colonias de estafilococos, comprobó que uno de los cultivos había sido accidentalmente contaminado por un microorganismo procedente del aire exterior, un hongo posteriormente identificado como el Penicillium notatum. Su meticulosidad le llevó a observar el comportamiento del cultivo, comprobando que alrededor de la zona inicial de contaminación, los estafilococos se habían hecho transparentes, fenómeno que Fleming interpretó correctamente como efecto de una substancia antibacteriana segregada por el hongo. 
Una vez aislado éste, Fleming supo sacar partido de los limitados recursos a su disposición para poner de manifiesto las propiedades de dicha substancia. Así, comprobó que un caldo de cultivo puro del hongo adquiría, en pocos días, un considerable nivel de actividad antibacteriana. Realizó diversas experiencias destinadas a establecer el grado de susceptibilidad al caldo de una amplia gama de bacterias patógenas, observando que muchas de ellas resultaban rápidamente destruidas; inyectando el cultivo en conejos y ratones, demostró que era inocuo para los leucocitos, lo que constituía un índice fiable de que debía resultar inofensivo para las células animales. Ocho meses después de sus primeras observaciones, Fleming publicó los resultados obtenidos en una memoria que hoy se considera un clásico en la materia, pero que por entonces no tuvo demasiada resonancia. Pese a que Fleming comprendió desde un principio la importancia del fenómeno de antibiosis que había descubierto (incluso muy diluida, la substancia poseía un poder antibacteriano muy superior al de antisépticos tan potentes como el ácido fénico), la penicilina tardó todavía unos quince años en convertirse en el agente terapéutico de uso universal que había de llegar a ser.





La medicina avanza a lo largo de los siglos, unas veces con hechos fortuitos, otras durante sangrientas guerras... Conocer su historia nos ayuda a conocer nuestro futuro.





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Referencias:
Gargantilla P. Breve historia de la medicina, Nowtilus, 2011
Gargantilla P. Manual de historia de la medicina, Grupo Editorial 33, 4º Edición 2015.
Laín Entralgo P. Historia de la Medicina. Editorial Aula Magna. Madrid, 2004.
Sánchez MA. Historia de la medicina y humanidades médicas, Elsevier, Madrid, 2012.
López Piñero JM. Breve historia de la medicina. Alianza Editorial, 2000.
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